Un día te das cuenta de que nada importa tanto como lo que sucede dentro de ti.
Nada vale tanto como para sacrificar tu paz mental.
Nada vale tanto como para no cuidarte, amarte, escucharte.
Puede que al leer todo esto se te presenten pensamientos de que eso es egoísmo.
Pues bien, si lo es, que viva el egoísmo positivo.
El egoísmo que me permite cuidarme para poder cuidar de otros. Que viva el egoísmo que me ayuda a poner límites y estándares donde antes me pisoteaban y lastimaban. Que viva el egoísmo que me da el impulso de ser mejor, para mí y por mí. Que viva el egoísmo que me da el empujón para trabajar con mis sueños, los sueños que nadie entiende como yo. Que viva el egoísmo que me permite celebrarme y no autocastigarme por ser insuficiente. Que viva el egoísmo que me permite ser yo, sin filtros, y eso inspira a otros a hacer lo mismo. Que viva el egoísmo que me permite existir en un mundo lleno de personas con miedos al qué dirán y al qué pensarán. Que viva el egoísmo que me convierte en la persona que siempre soñé ser. Que viva el egoísmo que me convierte en ese ser de impacto que, desde la falta de amor propio, jamás podría existir. Que viva el egoísmo que me regresa a mí. Que viva el egoísmo que me enseña a amarme, cuidarme, escucharme.
¡Qué viva!
Porque sin amarnos, no podemos amar.
Sin cuidarnos, no podemos cuidar. Sin escucharnos, no podemos escuchar.
Ámate como nadie nunca lo ha hecho. Ámate porque desde ahí surgen tus sueños. Ámate porque desde ese amor nace tu propósito. Ámate porque desde ese amor curas a tu niño interior y a todos tus ancestros. Ámate porque desde ese amor, eres. Desde ese amor, existes. Desde ese amor, creces, aprendes, te expandes. Ámate porque desde ese amor nace la vida y todo lo que hay en ella.
Ámate porque cuando te amas, solo se añaden más bendiciones.
Ámate porque amándote, puedes enseñar a otros a cómo amarte.
Ámate porque amarte te sana.
Te cura.
Amarte te hace sentir imparable, poderosa, una diosa.
Diosa de tu mundo interior, de tus emociones, de tus decisiones.
Ámate porque cuando te amas, puedes ser más compasiva, amorosa y generosa con el mundo.
Ámate porque en el amor propio encuentras las respuestas que estás buscando en tu exterior.
Ámate porque amándote, entenderás quién eres.
Ámate porque eres, porque existes, porque vives.
Con amor,
Coco